Ser alfombra o ser consciente, desnudado el sometimiento
Jun 30, 2025
Ser consciente no significa aceptarlo todo sin cuestionar, sino elegir en qué invierto mi tiempo y energía
¿Cuántas veces has escuchado que las personas conscientes deben aceptarlo todo? «Si es un ser elevado, no debería molestarse», dicen algunos. Como si la consciencia significara permitirlo todo sin cuestionar, como si fuéramos un alfombra decorando la entrada de una casa.
Esta semana, fuimos testigos de un episodio que ha desatado polémica en uno de los eventos más importantes del entretenimiento: los Grammy. El mundo reaccionó al ver cómo Kanye West le exigía a su esposa, Bianca Censori, que se quitara un abrigo, dejándola completamente expuesta en la alfombra roja.
Esto nos lleva a reflexionar: ¿Qué tan desempoderada debe estar una persona para someterse a tal nivel de control? ¿Es aceptable que un esposo le dicte a su pareja cómo debe vestirse? ¿Estamos confundiendo igualdad de género con la pérdida de autonomía? Vamos a analizarlo juntos.
La comodidad del silencio
No es fácil admitirlo, pero durante años acepté la idea de que no debía cuestionar el guion que se me había asignado. En muchas ocasiones, el silencio parecía la opción más sencilla: evitar conflictos, no romper la rutina y, sobre todo, no enfrentarme a la posibilidad de equivocarme. Así, me convertí en alguien que, más que decidir, dejaba que las circunstancias dictaran el rumbo.
Esa postura —que llamo “ser alfombra”— me llevó a pequeñas renuncias: a mis deseos, a mi opinión y, sobre todo, a la libertad de ser quien realmente soy. Incluso a la posibilidad de elegir en cualquier momento.
El cambio no llegó con un gran estallido ni con una revelación dramática. Cuando comencé a trabajar en mí, lo que primero que aprendí fue la herramienta de hacerme preguntas como las siguientes: ¿Qué gano al permitir que otros me definan? ¿Qué pasaría si me atreviera a decir “no quiero”?
Mi primer paso fue aprender a decir no. Negarme sin necesidad de justificarme (siempre desde la responsabilidad). Y al hacerlo, me di cuenta de la cantidad de cosas que hacía solo para no hacer sentir mal al otro.
Redefinir mi espacio
No fue un acto repentino de rebeldía gratuita dejar de hacer lo que funcionaba para otros pero no para mí, sino un proceso gradual de redescubrimiento. Empecé a marcar mis propios límites y a permitirme decir no cuando algo no me convenía. No fue fácil. Enfrentar la incomodidad de romper con lo establecido nunca lo es. Pero cada pequeño paso me acercó a una vida más auténtica.
Comprendí que ser consciente no significa aceptarlo todo sin cuestionar, sino elegir en qué invierto mi tiempo y energía. Aprender a reconocer mis necesidades me ayudó a priorizar lo que realmente importa: mi bienestar, mi crecimiento y mi autonomía.
Ser consciente implica estar atento a nuestras elecciones, a nuestros deseos y a aquellas situaciones que nos incomodan. Es mirarnos sin juicio y recordar que la vida es un regalo, y que solo nosotros decidimos qué hacer con él. No se trata de una receta mágica ni de un manual de autoayuda, sino de tener el valor de reconocer que, muchas veces, hemos sido cómplices de nuestra propia pasividad.
Hice muchas cosas que hoy no repetiría. Sin embargo, ninguna tan extrema como caminar desnuda en una alfombra roja solo para complacer a mi pareja. Lo que me impactó de Bianca Censori no fue su desnudez, sino el nivel de sometimiento que evidenció.
Más allá del espectáculo
Es por mujeres como ella que me dedico a lo que hago. Es por historias como esta que escribo, con la esperanza de que estas palabras sean un granito de arena en la construcción de relaciones más sanas, donde cada persona tenga la libertad de ser quien realmente es.
No juzgo a Kanye ni a Bianca. Tampoco los justifico. Entiendo que es su elección estar en esa relación y vivir lo que sea que estén viviendo. Sin embargo, más allá del impacto mediático, lo que quedó grabado fue la expresión en el rostro de ella. En esa mirada había vergüenza, te das cuenta de que su desempoderamiento (¿fragilidad?) es mucho más grande que la fortuna de su esposo.
Lo que quiero dejar claro es que una persona consciente, alguien que trabaja en su crecimiento interior, no tiene que ser alfombra de nadie. No existe profesión, estado civil, religión o nacionalidad que justifique la sumisión.
Ser consciente no es ceder ante el abuso ni permitir que otros decidan por nosotros. Ser consciente es elegir desde el poder personal, con plena responsabilidad y respeto por uno mismo.
Rebeca Montoya
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