Dile no a juzgar

La conciencia no juzga, solo percibe; el juicio pertenece a la mente, que intenta darle sentido a todo según lo que ya conoce.

Hay una pregunta que me ha estado rondando últimamente: ¿Cuánto de lo que consideramos «nuestro» es realmente nuestro? Crecemos creyendo que nuestros pensamientos, emociones y reacciones son propias, pero ¿y si muchas de ellas fueran solo ecos de lo que hemos aprendido, absorbido o incluso percibido de nuestro entorno?

La conciencia no es una estructura fija, no sigue reglas ni se limita a lo que conocemos. Es un espacio abierto, libre de juicios, que nos permite notar más allá de lo evidente. Pero la mente, con su necesidad de categorizar y explicar todo, nos lleva a dudar.

¿Estoy sintiendo esto o lo estoy recogiendo de alguien más?

Hace años, en una sesión con un grupo de personas, alguien me dijo: «A veces siento una tristeza enorme y no sé de dónde viene, como si no fuera mía.» Esa frase me resonó profundamente porque es una experiencia más común de lo que creemos. Muchas veces no estamos tristes, sino percibiendo la tristeza del ambiente o de alguien cercano.

Nos han enseñado a asumir que lo que sentimos nos pertenece. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos diferenciar entre lo que es nuestro y lo que estamos captando del entorno?

Una herramienta simple para empezar a distinguir

Cuando un pensamiento o emoción intensa aparece sin explicación, pregúntate:

«Si dejo de identificarme con esto por un momento, ¿sigue estando aquí?»

Si la sensación desaparece o se diluye, es probable que no fuera tuya, sino algo que estabas percibiendo.

En lugar de asumir que eres tus pensamientos y emociones, ¿qué tal si comienzas a explorarlos como si fueran ondas de radio que puedes captar o cambiar?

Liberarnos del peso de lo que no es nuestro

En un mundo donde estamos hiperconectados es más fácil que nunca absorber la energía de los demás sin darnos cuenta. Pero al reconocer nuestra percepción como un regalo y no como una carga, podemos usarla a nuestro favor en lugar de ser arrastrados por ella.

La conciencia no juzga, solo percibe. El juicio pertenece a la mente, que intenta darle sentido a todo según lo que ya conoce. Pero si nos permitimos soltar el juicio, podemos empezar a vivir desde una percepción más clara y libre.

Y tú, ¿cuánto de lo que piensas y sientes es realmente tuyo?

Rebeca Montoya