El poder de la pregunta: libérate de las conclusiones

La clave para una vida expansiva y en constante evolución es permanecer en la pregunta

En un mundo obsesionado con las respuestas, con la certeza y la necesidad de «saber», hemos olvidado el arte de preguntar. Nos enseñaron desde pequeños que hacer preguntas es un signo de ignorancia, que lo valioso es tener la respuesta correcta. En realidad, la clave para una vida expansiva y en constante evolución es permanecer en la pregunta.

¿Por qué tenemos tanto miedo de la pregunta?

La pregunta abre puertas, expande posibilidades, rompe paradigmas. Pero también incomoda, porque nos enfrenta con lo desconocido. Preguntar implica reconocer que hay algo más allá de lo que creemos saber. Implica admitir que nuestra visión es limitada y que hay un universo de información, opciones y perspectivas que no hemos considerado.

Desde niños, hemos sido condicionados para buscar respuestas cerradas. En la escuela, nos premian por responder correctamente, no por cuestionar. En la vida adulta, se espera que tomemos decisiones basadas en certezas, cuando la realidad es que la vida no es estática ni predecible. En ese afán por «tener la respuesta correcta», muchas veces nos cerramos a lo que realmente podría transformar nuestra vida.

Preguntar para crear

¿Qué pasaría si, en lugar de buscar respuestas definitivas, nos atreviéramos a vivir en la pregunta?

Preguntar no significa quedarse en la duda o la indecisión. Todo lo contrario: es una herramienta de creación. Cuando hacemos preguntas abiertas, nuestro cerebro y nuestra energía comienzan a explorar caminos que antes no habíamos considerado. Es como encender una luz en una habitación que dábamos por conocida, pero que, al iluminarla de nuevo, revela detalles que antes pasábamos por alto.

Por ejemplo, en lugar de decir: «No sé qué hacer con mi vida», podemos preguntarnos: «¿Qué más es posible aquí que no estoy viendo?» o «Si no tuviera miedo, ¿qué elegiría?». Estas preguntas no buscan una respuesta inmediata, sino que abren la puerta a nuevas ideas, nuevas oportunidades, nuevas formas de ver el mundo.

El sistema de la pregunta más importante

Josh Waitzkin, autor del libro El arte de aprender, en su entrevista con el neurocientífico Andrew Huberman propone una estrategia fascinante para entrenar la mente a enfocarse en lo que realmente importa: el sistema de la pregunta más importante. Según Waitzkin, nuestro cerebro está constantemente procesando información, pero si no le damos una dirección clara, nuestra atención se dispersa en estímulos irrelevantes.

La clave es elegir una sola pregunta central, es decir, la más importante, que además es la que te dará más consciencia o una perspectiva más amplia e inteligente de la situación. Esta pregunta debe estar alineada con lo que queremos mejorar o resolver en nuestra vida. Puede ser algo como:

• «¿Qué es lo más importante que puedo hacer hoy para acercarme a mis objetivos?»
• «¿Cómo puedo mejorar mi bienestar físico y mental hoy?»
• «Si pudiera cambiar una cosa en mi vida en este momento, ¿qué sería?»

Al tener una pregunta principal en mente, nuestro sistema nervioso automáticamente comienza a buscar respuestas en nuestro entorno. Es como si le diéramos una tarea al cerebro y este, en lugar de distraerse con miles de estímulos, filtrara la información y nos mostrara patrones y oportunidades alineadas con nuestra intención.

Este método no solo mejora nuestra capacidad de tomar decisiones, sino que también reduce la fatiga mental y nos ayuda a enfocarnos en lo que realmente genera impacto.

Las preguntas que desbloquean nuestra conciencia

Las preguntas más poderosas son aquellas que no buscan una conclusión, sino que nos permiten acceder a más conciencia. Aquí algunos ejemplos:

• ¿Qué más es posible aquí que aún no he considerado?
• ¿Qué pasaría si esto fuera más fácil de lo que imagino?
• ¿Qué estoy percibiendo que aún no estoy reconociendo?
• Si no tuviera que tener razón, ¿qué otras opciones aparecerían?
• ¿Qué elección me expandiría más allá de mis limitaciones?

Cada vez que hacemos una pregunta sin esperar una respuesta inmediata, permitimos que la vida nos muestre posibilidades que estaban bloqueadas por nuestras conclusiones.

Rebeca Montoya