¿Son las relaciones más fáciles gracias a la tecnología?

Nada supera una conversación en persona. Escuchar con atención, mirar a los ojos y sentir la presencia real son experiencias que ninguna tecnología puede sustituir

La tecnología ha pasado de ser una herramienta a convertirse en parte esencial de nuestras vidas. Se dice que estamos más conectados que nunca, pero ¿qué tan cierto es esto cuando hablamos de nuestras relaciones personales? ¿Realmente nos acerca o, en muchos casos, nos separa?

El móvil, ¿una herramienta para conectar o desconectar?

La tecnología ha sido una aliada invaluable en un mundo globalizado. Permite que familias separadas por miles de kilómetros mantengan el contacto a través de mensajes, fotos y videollamadas. En mi caso personal, llevo más de siete años sin ver a mi mamá y más de una década sin estar físicamente con mi hermano. Sin embargo, gracias a las videollamadas, puedo mantener viva esa conexión.

Por otro lado, también he sido testigo de cómo estas mismas herramientas han provocado rupturas. Muchas personas han descubierto infidelidades en chats privados o publicaciones en redes sociales. Incluso, he conocido casos en los que antiguos amores han vuelto a la vida gracias a un reencuentro en plataformas como Messenger o Instagram, creando conflictos en relaciones actuales.

Esto nos lleva a cuestionarnos: ¿la tecnología está realmente fortaleciendo nuestras relaciones, o las está poniendo a prueba como nunca antes?

El impacto en los jóvenes

El uso de la tecnología tiene un efecto aún más evidente en las nuevas generaciones. La constante interacción digital ha hecho que muchos adolescentes prefieran las conversaciones por chat antes que las cara a cara. Además, la exposición continua a las redes sociales fomenta comparaciones con vidas idealizadas, lo que afecta su autoestima y los hace sentir aislados, a pesar de estar «conectados».

Esta realidad plantea una pregunta importante: ¿qué podemos hacer los padres para reconectar con nuestros hijos en un mundo dominado por las pantallas?

Volviendo a lo esencial

Cuando llegué a Estados Unidos, me sorprendió encontrar familias donde los padres hablaban español y los hijos, inglés. Para mí, era impensable no compartir un idioma con mis hijos, así que aprendimos juntos: ellos el español y yo el inglés.

Sin embargo, a medida que crecieron, noté algo más profundo: los jóvenes están perdiendo la habilidad de relacionarse cara a cara. Prefieren enviar mensajes a tener una conversación en persona. Esto me llevó a reflexionar: ¿cuántos mensajes de texto envías a tus hijos al día? ¿Y cuántos abrazos o palabras cariñosas les das?

Hablar con ellos por el móvil es mejor que no hacerlo, pero nada se compara con una conversación en persona. Estar presente, escuchar con atención, mirar a los ojos y compartir momentos reales son experiencias que ninguna tecnología puede sustituir.

¿Qué podemos hacer diferente?

La tecnología no es el enemigo; es una herramienta que depende de cómo la utilicemos. Podemos elegir usarla para fortalecer nuestras relaciones en lugar de debilitarlas. Pero también debemos recordar que no hay sustituto para el tiempo de calidad en persona.

¿Qué tal si hoy eliges guardar el teléfono durante un rato y compartes un momento real con tus seres queridos? Esos instantes son los que verdaderamente nutren nuestras relaciones y dejan una huella imborrable en nuestras vidas.

Rebeca Montoya